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El documental

Aarón es un chico de 14 años que vive en Vigo, Galicia. Lo conocí con tan sólo 11 gracias a Tania, coordinadora de un proyecto social que trabajaba con menores. Aarón acaparaba la mayor parte de nuestras conversaciones. Era habitual que dijese o hiciese algo sorprendente, maravilloso, o que desafiase por completo el sentido común. Tenía a su madre, Mari, y a sus educadores bastante confusos. Tania tampoco sabía por dónde tirar, no conocía a nadie similar y se la veía cada vez más desmotivada. A mi me parecía un genio.

Más!

Uno de esos genios, como Van Gogh.

Tenía un coeficiente superior a la media, una inteligencia matemática asombrosa y una memoria de elefante. Pero era incapaz de entender un chiste y se enfadaba mucho cuando se rompían sus rutinas. Tampoco sabía relacionarse, y no hacía el menor esfuerzo para conseguirlo. Parecía estar fuera de todo convencionalismo social. Vivía absorto en su mundo, como si fuese el único tripulante de una nave espacial con una misión específica, misión que nosotros desconocíamos por completo.

Pasaron los meses y al fin llegó el diagnóstico: SÍNDROME DE ASPERGER.

De repente, todo parecía cobrar sentido. Fue un alivio para su entorno. Ya tenían su etiqueta, lista para envasarlo y clasificarlo dentro del sistema educativo, de la práctica psiquiátrica, de los parámetros sociales.

Supe, desde el mismo instante en que conocí a Aarón, que algún día él haría algo grande. Rezumaba ese encanto que tienen los seres únicos, se podía intuir en cada gesto, en cada comentario que hacía, en su manera de contemplar el mundo. Me dí cuenta de que brillaba por encima de todos los demás, como una supernova en una constelación de estrellas comunes. Así que acepté el hecho de que se nos diese total libertad en la temática de mi proyecto final de diseño gráfico como una señal del destino. Este era su momento. También era el mío. Porque no podía ser de otra manera.

Cartel

Menos!